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Epílogo

Publicado: 28 May, 2014 en Némesis

Epílogo

Kate jugaba en el parque junto a otros niños mientras Jack la observaba, sentado en uno de los bancos que había cerca. Rosa, que ya se había hecho toda una mujer, estaba de pie y a pocos metros de la pequeña, incluso jugando con todos los niños que podía.

El Investigador las miraba con ternura y de vez en cuando no podía evitar sonreír a pesar de mostrarse serio en casi todo momento.

-¿Se puede? –le sorprendió un poco una voz masculina, pidiendo permiso para sentarse a su lado.

El hombre que había pedido permiso era mayor, seguramente ya habría pasado la sesentena. Iba vestido con un traje y se apoyaba levemente con un bastón, aunque no parecía que le fuese estrictamente necesario. Su cabello era escaso y lo llevaba corto, del color grisáceo típico por el paso de los años. Su piel era bastante clara y su complexión demostraba que tiempo atrás seguramente se había dedicado al trabajo físico. Le acompañaba una mujer, que si no había pasado la treintena seguramente estaría muy cerca. También iba vestida con traje pero con una falda en lugar de pantalones. Su piel era oscura, seguramente parte de una ascendencia afroamericana, y llevaba el pelo recogido en la coronilla de manera que le caía algún mechón por delante. No cabía ninguna duda de que era atractiva físicamente, y por alguna razón a Jack le resultaba familiar, como si ya la hubiese visto antes. Sostenía una carpeta con una de las manos.

-Por supuesto –respondió.

El Investigador miró de reojo a la pareja cuando el hombre tomó asiento, sin embargo la mujer se quedó de pie observando con tranquilidad los alrededores. Jack no le dio más importancia y continuó mirando a su pequeña como jugaba con los demás niños.

-Crecen muy deprisa –dijo el hombre sin apartar la vista de enfrente.
-La verdad es que sí.
-¿Quién es…?
-¿Mi hija? Esa de ahí –señaló vagamente-, la del cabello cobrizo. Se llama Kate, y hace poco cumplió los diez.
-¿Kate? Un nombre típico pero bonito, sin lugar a dudas.
-Gracias. Se lo pusimos por mi madre.
-¿Y la chica que hay al lado de la pequeña también es su hija?
-No, diablos… -sonrió Jack al oír la pregunta- Es la hija de un amigo mío, casi como si fuese mi sobrina de hecho.
-Vaya, disculpe mis modales… Soy el Coronel Leo Campbell –dijo antes de hacer ademán para estrecharse la mano con Jack.
-Un placer… -hizo lo propio mientras le estrechaba la mano al hombre para presentarse después- Soy Jack Tacker.
-Y ella es… la señorita Alisa –señaló levemente a la mujer con la palma de la mano para presentarla.
-Como usted ha dicho: un placer –dijo ella.

El Investigador asintió con la cabeza y luego volvió a fijar la mirada hacia Rosa y Kate.

-Y dígame, Jack. ¿No viene con su mujer? –volvió a preguntar Campbell.
-No, no. No tengo pareja. Su madre vive en Chicago y no estamos juntos… es solo que este fin de semana me tocaba cuidar de mi hija.
-Lo siento.
-No se preocupe, lo llevamos bastante bien. Está todo superado.
-Me alegra oírlo.

El sonido del viento agitando suavemente las ramas de los árboles creó una pausa entre ellos. Alisa se llevó las manos al vientre y cruzó los dedos entre ellos a la vez que apoyaba la carpeta en su cuerpo, mirando después fijamente a Jack.

-Quisiera hablar con usted, señor Tacker. Si es que de verdad usted es Jack Tacker, o más bien dicho: Némesis.
-Lo es –afirmó Alisa interrumpiendo-. Lleva impidiéndome que entre en su cabeza desde que nos hemos visto.
-No te ofendas mujer –dijo Jack algo a la defensiva-, pero en lo que respecta a meterse en mi cabeza debo decirte que es algo que no me gusta nada. Pero no te preocupes, es algo personal por experiencias de la vida. En cuanto a usted, Coronel –se dirigió a Campbell-, no sé qué es lo que quiere hablar pero ha de saber que el Ejército no me gusta nada y no quiero tener ninguna relación con él. Y todo esto si es que de verdad usted es Coronel, porque me extraña que no vaya mostrando sus medallas.
-Lo cierto es que no lo soy –dijo sonriente-, y si busca sobre mí encontrará que fui expulsado del Ejército con deshonor hará más de veinte años. Así que lo de Coronel tan solo es un mote.
-Mire, tienen de tiempo para decirme lo que quieran hasta que mi hija y mi sobrina, la cual le advierto que es policía, vuelvan aquí. Y tampoco le aseguro que vaya a escucharles.

Campbell hizo un gesto y Alisa le pasó la carpeta. Luego la abrió y sacó unos documentos impresos que después mostró al Investigador.

-Llevo mucho tiempo siguiéndole, Jack. Mucho más del que usted creería. Y su carrera habla por usted, con creces.
-¿Mi carrera? –preguntó algo escéptico antes de tomar las hojas y ojearlas por encima.
-Después de la caída de la banda de Charles Smith, según tengo entendido y gracias a la recopilación de toda la información que hemos estado recuperando… Usted estuvo ayudando oficialmente a la policía, ¿cierto?

Los papeles incluían noticias, testimonios, estadísticas, números… Un sinfín de cosas bien y ordenadamente recopiladas sobre las actuaciones de Némesis en los últimos años.

-Cierto –contestó Jack después de suspirar de manera pesada mientras aún ojeaba la documentación-. Estuve ayudando a mi amigo Steve en numerosas investigaciones. Aceptaron que mis cualidades podrían ser útiles para la lucha contra el crimen.
-Y tomaron la decisión correcta. Pues tengo entendido que con la caída de los criminales americanos esta ciudad se convirtió en un campo de batalla.
-Así es. La Mafia Italiana, la Irlandesa, la Triada, la Bratva… Para ellas la ciudad volvía a ser un pastel que repartirse tras haber quitado de en medio a Smith y sus lacayos más importantes.
-Todo está ahí –dijo Campbell tras tocar levemente con la punta del dedo en los papeles-. Y no me cabe duda de que hicieron un buen trabajo sabiendo que usted puede traer a su hija al parque sin ningún tipo de represalias. Sin embargo… solo he encontrado información sobre esto en un periodo de ocho años, y han pasado diez desde que todo aquello empezó. ¿Qué hay desde hace dos años hasta hoy?
-Quiere saber por qué lo dejé. ¿Verdad? ¿No lo pone aquí?
-Me gustaría escuchar la historia de verdad, señor Tacker.

Jack recogió todos los papeles y los junto con cuidado mientras su semblante se volvía algo sombrío. Al cabo de unos instantes alargó el brazo para darle los papeles a Alisa y luego miró al Coronel.

-Hace dos años Steve murió en una redada. Siempre teníamos todo perfectamente planificado y yo hacía de escudo, pero ese día… ese maldito día una de las balas que me dispararon rebotó en mi cuerpo y en vez de detenerse… le dio a él. Tuvo la mala suerte de que el metal le atravesó la garganta y a pesar de todos los intentos por salvarle no pudieron hacer nada por él.
-Siento lo de su amigo.
-Mire, quiero saber quién coño son y por qué están aquí –dijo Jack en un tono algo intimidatorio.

El hombre y la mujer se dirigieron unas miradas y este terminó asintiéndole a ella.

-No tenemos un trabajo normal. Verá, dirijo a un grupo de personas con cualidades especiales, poderes, aptitudes sobrenaturales, dones… como desee llamarlos. De hecho, la mujer que tiene aquí presente –volvió a señalar a Alisa con la palma de la mano-, es capaz de leer las mentes, controlarlas, volar con sus capacidades telequinéticas…
-¿Y?
-Que como bien sabrá, usted no es único. De hecho ya se ha encontrado a más personas con este tipo de poderes durante estos años y ha sabido enfrentarse a ellas.
-¿Y cuales son sus «cosas especiales», Coronel?
-No poseo –respondió directo-. Tan solo dirijo.
-¿Entonces qué quiere? Porque aún no me ha dicho a que se dedican.
-Nos dedicamos a ir un paso por delante de las personas que quieren perjudicar a este país. Asestamos los golpes antes de que puedan verlos llegar.
-Un atajo de patriotas.
-No, Jack –se dirigió a él por su nombre-. Si fuese un patriota estaría en el Ejército y no preocupado por lo que le pueda pasar a su hija y a todas las personas que hay ahora mismo jugando en ese parque.
-Lo siento, pero lo dejé. Ahora tan solo quiero ser el padre que mi hija necesita y no ese que la llama para disculparse por no tener tiempo para ir a verla. Contacte con el Vagabundo Errante si quiere ayuda de ese tipo.
-No me interesa la «Fuerza de la Libertad», Jack. Además, ya tengo lo mejor que hay en sus filas, pues Alisa es la hermana gemela de Amanda y sus aptitudes son exactamente las mismas.

El Investigador cayó entonces en por qué le sonaba la mujer, pues había visto varias veces a Amanda por la televisión cuando el grupo del Vagabundo Errante había sido noticia. «Fuerza de la Libertad» se llamaban, y habían conseguido todos los objetivos en su lucha para liberar aquel pequeño país del crimen y la corrupción política.

-De verdad, no puedo hacer esto. Búsquese a otro, Coronel.
-De acuerdo. Le demostraré entonces por qué vamos, y por qué debemos ir un paso por delante.

Campbell hizo otro gesto a su acompañante y esta sacó una foto de la carpeta para después pasársela a Jack. En ella se veía un primer plano de una mujer con media melena, de cabello oscuro y los ojos tapados por unas gafas de sol. Curiosamente, también le resultaba algo familiar.

-¿Quién es? –preguntó directo.
-Nos ha costado dar con ella. Hace años usaba mucho disfraz convencional, pero desde hace tiempo, y de algún modo, consiguió tecnología que la hace capaz de cambiar de apariencia engañando a quién se lo proponga.
-¿Pero…?
-Es la mujer que asesinó a su amigo, el señor Marcus Foreman.
-Por eso me sonaba de algo, no sé, ese mentón… Las únicas imágenes que había de una cámara de seguridad cerca del apartamento.
-Es una profesional, por eso ni siquiera le sirvió a la policía que Charles le diese una descripción o la manera en la que contactó con ella.
-Maldita sea… -maldijo Jack antes de suspirar- Mire… Todo eso está superado. Se detuvo a los implicados, y…

Le devolvió la foto antes de acabar la frase.

-No le culpo por su actitud –dijo Campbell-, todos queremos tener paz en nuestra vida. Sin embargo hay otra cosa que debería saber, continuando con el tema de ir un paso por delante.
-¿Y cual es?
-El Gobierno tiene un plan en marcha y pronto saldrán nuevas leyes para regular a las personas como usted.
-No me importa en absoluto lo que haga el Presidente.
-No creo que eso sea así. Porque es cierto que usted goza de una gran invulnerabilidad en ese sentido gracias a lo que su amigo consiguió, pero que me dice de… ¿su hija?

Jack apartó la vista del hombre para mirar a la pequeña. La imagen de que ella pudiese ser objetivo de cualquiera de los tejemanejes que estuviese planeando el Gobierno le hizo estremecerse. Justo en ese instante, Rosa cogió de la mano a Kate y ambas comenzaron a caminar de vuelta hacia el banco.

-Entonces… -comenzó a decir Jack antes de girarse a Campbell- ¿No trabajan para el Gobierno?
-No exactamente. El Presidente sabe de nosotros pero legalmente no existimos. Si pasa algo, no tenemos ningún amparo y él negaría todo conocimiento. Lo que a fin de cuentas, significa que, nos gestionamos nosotros mismos…
-¿Y entonces podrían ayudarme con esto?

El Coronel se levantó y acto seguido sacó una tarjeta de su bolsillo, que sin perder ni un momento se la acercó a Jack y este último la tomó.

-Podemos ayudarle, y usted puede ayudarnos a nosotros con la mujer de la foto. Verá, hace un rato usted me dijo que quería ser el padre que su hija necesita… Pues si de verdad quiere serlo, entonces será mejor que empiece a ir un paso por delante.

Campbell se encaró hacia Alisa y ella le tomó el brazo, como si fuese necesario su ayuda para que él pudiese caminar. Justo cuando iban a empezar a alejarse, él volvió a dirigirle unas palabras a Jack.

-En la tarjeta tiene mi número por si lo estima necesario. Buena suerte, señor Tacker… Y gracias por la charla -cabeceó de manera cortés al final.

El Investigador los miró marcharse y luego se levantó para recibir a Kate y Rosa, mientras tanto jugaba con la tarjeta entre los dedos de una mano, algo pensativo.

-¿Estás bien, tío Jack?
-Sí. Tranquila Rosa, no es nada… -respondió él tras mirarla y dedicarle una fugaz sonrisa.
-¿Es por ese hombre y esa mujer que estaban aquí? –volvió a preguntar- No estoy de servicio pero puedo llamar a la comisaría y…
-No, en serio, no te preocupes.

Después de las palabras cogió a su hija en brazos para mirarla a la cara.

-Bueno… ¿Y qué toca hoy?
-Papá… No me cojas así que ya no soy tan pequeña… -dijo ella tras taparse la cara con las dos manos.
-Oh, vamos… ¿Eso significa Pizza?
-¡Pizza! ¡Sí!
-Vale, pero ni una palabra a tu madre… Que luego siempre me echa bronca por teléfono y al final tendré que decirle que de tanto gritar le saldrán arrugas y se pondrá fea…
-¡Le diré esto que me acabas de decir! –exclamó Kate con el énfasis de la felicidad.

No pudo evitar sonreír y luego tomó una mano de la pequeña mientras Rosa tomaba la otra. Y justo antes de empezar a caminar, Jack echó un vistazo hacia atrás, observando brevemente como aquel hombre y aquella mujer se iban alejando…